Uno se enamora,
en los líquidos, en las esquinas y
hace nadar sus deseos en la última gota
del cartón.
Uno le grita: te extrañare,
cuando su cuerpo ya tocó la boca
y dejó el vaso,
cuando ahogo dentro de la lengua
y se perdió, para ser parte del
juego de la digestión colectiva de amor.
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